Lo moralmente lícito y lo ilícito, según la doctrina de la
Iglesia, en la regulación de la natalidad - 8/8/1984
Hemos dicho anteriormente que el
principio de la moral conyugal, que la Iglesia enseña (Concilio Vaticano II,
Pablo VI) es el criterio de la fidelidad al plan divino.
De acuerdo con este principio, la
Encíclica "Humanae vitae" distingue rigurosamente entre lo que constituye el
modo moralmente ilícito de la regulación de los nacimientos o, con mayor
precisión, de la regulación de la fertilidad, y el moralmente
recto.
En primer lugar, es moralmente ilícita
"la interrupción directa del proceso generador ya iniciado" ("aborto") (Humanae
vitae, 14 ), la "esterilización directa" y "toda acción que, o en previsión del
acto conyugal, o en su realización, o en el desarrollo de sus consecuencias
naturales, se proponga, como fin o como medio, hacer imposible la procreación"
(Humanae vitae, 14 ), por tanto todos los medios contraceptivos. Es por el
contrario moralmente lícito "el recurso a los períodos infecundos" (Humanae
vitae, 16 ): "Por consiguiente, si para espaciar los nacimientos existen serios
motivos, derivados de las condiciones físicas o sicológicas de los cónyuges, o
de circunstancias exteriores, la Iglesia enseña que entonces es lícito tener en
cuenta los ritmos naturales inmanentes a las funciones generadoras para usar del
matrimonio sólo en los períodos infecundos y así regular la natalidad sin
ofender los principios morales..." (Humanae vitae, 16 ).
2. La Encíclica subraya de modo
particular que "entre ambos casos existe una diferencia esencial" (Humanae
vitae, 16 ), esto es, una diferencia de naturaleza ética: "En el primero, los
cónyuges se sirven legítimamente de una disposición natural, en el segundo,
impiden el desarrollo de los procesos naturales" (Humanae vitae, 16
).
De ello se derivan dos acciones con
calificación ética diversa, más aún, incluso opuesta: la regulación natural de
la fertilidad es moralmente recta, la contracepción no es moralmente recta. Esta
diferencia esencial entre las dos acciones (modos de actuar) concierne a su
intrínseca calificación ética, si bien mi predecesor Pablo VI afirma que "tanto
en uno como en otro caso, los cónyuges están de acuerdo en la voluntad positiva
de evitar la prole por razones plausibles", e incluso escribe: "buscando la
seguridad de que no se seguirá" (Humanae vitae, 16 ). En estas palabras el
documento admite que, si bien también los que hacen uso de las prácticas
anticonceptivas puedan estar inspirados por "razones plausibles", sin embargo
ello no cambia la calificación moral que se funda en la estructura misma del
acto conyugal como tal.
3. Se podría observar, en este punto, que
los cónyuges que recurren a la regulación natural de la fertilidad podrían
carecer de las razones válidas de que se ha hablado anteriormente; pero esto
constituye un problema ético aparte, dado que se trata del sentido moral de la
"paternidad y maternidad responsables".
Suponiendo que las razones para decidir
no procrear sean moralmente rectas, queda el problema moral del modo de actuar
en tal caso, y esto se expresa en un acto que según la doctrina de la
Iglesia transmitida en la Encíclica posee su intrínseca calificación moral
positiva o negativa. La primera, positiva, corresponde a la "natural" regulación
de la fertilidad; la segunda, negativa, corresponde a la "contracepción
artificial".
4. Toda la argumentación precedente se
resume en la exposición de la doctrina contenida en la "Humanae vitae",
advirtiendo en ella el carácter normativo y al mismo tiempo pastoral. En la
dimensión normativa se trata de precisar y aclarar los principios morales del
actuar; en la dimensión pastoral se trata sobre todo de ilustrar la posibilidad
de actuar según estos principios ("posibilidad de la observancia de la ley
divina", Humanae vitae, 20 ).
Debemos detenernos en la interpretación
del contenido de la Encíclica. A tal fin es necesario ver ese contenido, ese
conjunto normativo-pastoral a la luz de la teología del cuerpo, tal como emerge
del análisis de los textos bíblicos.
5. La teología del cuerpo no es tanto una
teoría, cuanto más bien una específica, evangélica, cristiana pedagogía del
cuerpo. Esto se deriva del carácter de la Biblia, y sobre todo del Evangelio
que, como mensaje salvífico, revela lo que es el verdadero bien del hombre, a
fin de modelar a medida de este bien la vida en la tierra, en la
perspectiva de la esperanza del mundo futuro.
La Encíclica "Humanae vitae", siguiendo
esta línea, responde a la cuestión sobre el verdadero bien del hombre como
persona, en cuanto varón y mujer; sobre lo que corresponde a la dignidad del
hombre y de la mujer, cuando se trata del importante problema de la transmisión
de la vida en la convivencia conyugal.
A este problema dedicaremos ulteriores
reflexiones.
Joannes
Paulus pp. II